CAPSULAS IGNACIANAS 18


Llegó el siete de enero. 

Cuatro semanas preparándonos para la Navidad... ¿y ya se ha acabado?
No, no del todo. Concluyen los festejos, pero la celebración se prolonga.
Este nacimiento no se aborta de repente, ni mucho menos.
De hecho, su significado crece en cada creyente. Y crece de forma imparable.
Toca desenchufar las luces. Justo entonces resplandece el Misterio con más intensidad.
De los polvorones sólo queda el envoltorio, pero el sabor del Milagro permanece inalterado.
Los villancicos enmudecen. Al instante resuena el silencio de una Paz maravillosa.
Mientras los Reyes regresan por otro camino, yo emprendo el que me lleva al Interior.
Si "Navidad es todos los días", entonces hay "Encarnación" diariamente. 
Dios hecho hombre. En Jesús Dios se hizo hombre... ¡¡por mí!!
¡¿Cómo podré cansarme de celebrarlo?! Hay Navidad tras la Navidad. 
Misterio y Milagro. Paz e Interior. Todo confluye en un pesebre. 
Pesebre con futuro incesante, tan desconcertante como trepidante.
El Niño sigue creciendo, hay Jesús para rato.