¿POR QUÉ IR A LA IGLESIA?

 

En esta época en la que cada vez más personas se describen a sí mismos como espirituales pero no religiosos, es útil recordar la comprensión de Ignacio de la finalidad de la oración, la devoción y la participación en la liturgia.
En lo que se refiere a la oración, la meditación y el estudio, y también en lo que respecta a las prácticas corporales de ayunos, vigilias y otras austeridades o penitencias, no parece oportuno darles cualquier otra norma que la que la caridad discreta les dicta, siempre que el confesor debe estar siempre informado. 

Todos estos actos de culto, tanto públicos como privados, han de ayudarnos a nosotros mismos se ajustan a Cristo para que trabajemos con el resto de la Iglesia en la viña del Señor. Siempre hay una dimensión "eclesial" que es la espiritualidad, que, nunca es privada. Siempre debe ser parte de la obra de Cristo en el mundo. 
La oración es la obra del discipulado lo que el ejercicio es el rendimiento en la competencia: tanto nos hacen listos. Ignacio, cada vez que el realista, es consciente de nuestra tendencia a la pereza en la devoción:
que deben estar atentos de que estas prácticas no pueden ser relajados a tal punto que el espíritu se enfría y las pasiones humanas e inferior se calentaba.

Al ir a la iglesia no es el fin de nuestra existencia, más bien, trabajando para hacer la obra de Cristo en el mundo, todavía es necesario porque nos recuerda constantemente que el trabajo no es la nuestra.