CAPSULAS IGNACIANAS 31


La política no se reduce a parlamentos, urnas y medios de comunicación. En nuestras relaciones con los otros también manejamos algo de poder. Esta autoridad se puede sostener de dos formas.



La primera se mantiene en la ley del más fuerte. La del dinero, el éxito o el ruido de las armas. Es la misma que se ampara en los votos, en los uniformes, en los cargos o en los títulos. En nuestra realidad, es el poder de las malas caras, los suspiros y el verbo afilado.




Pero hay otra autoridad bien conocida. La del que con su vida transparenta una verdad más grande. La del sabio, el generoso, el prudente y el que conoce el fracaso. La del que antes de hablar, sabe amar y servir.




¿Qué tipo de autoridad prefieres ejercer?